Ginkgo biloba fruto comestible

Árbol Ginkgo

En los últimos doce años, el Ginkgo biloba se ha hecho un nombre. Se le considera un remedio contra la pérdida de memoria. El supuesto remedio se extrae de las hojas secas del ginkgo. El ginkgo también produce frutos, frutos bastante odoríferos. Puede que la fruta sea apestosa, pero ¿qué hay de comer los frutos del ginkgo? ¿Se pueden comer los frutos del ginkgo? Averigüémoslo.

El ginkgo es un árbol caducifolio, resistente en las zonas 3-9 del USDA, que está estrechamente emparentado con las antiguas cícadas. Es una reliquia prehistórica que se remonta al Pérmico (hace 270 millones de años). Aunque se creía extinguida, fue redescubierta por un científico alemán a finales del siglo XVII en Japón. Un grupo de monjes budistas chinos se propuso salvar y cultivar la especie. Tuvieron éxito, y hoy el ginkgo crece en todo el mundo como árbol ornamental.

Como ya se ha dicho, el árbol produce frutos, o al menos las hembras. El ginkgo es dioico, lo que significa que las flores masculinas y femeninas nacen en árboles separados. El fruto es carnoso, de color marrón anaranjado y del tamaño de una cereza. Aunque el árbol no produce frutos hasta que tiene unos 20 años, una vez que lo hace, compensa la falta produciendo prodigiosamente.

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¿Puedo comer hojas de ginkgo crudas?

El ginkgo tiene una larga historia de consumo y uso por sus diversas cualidades medicinales, que continúa en la actualidad. Las hojas y las semillas se recolectan y procesan fácilmente por cuenta propia, pero no sin precaución.

¿A qué sabe el fruto del ginkgo?

Las nueces de ginkgo cocidas tienen un rico sabor a nuez y son dulces con un agradable matiz amargo. Su sabor se ha descrito como similar al de los piñones, mientras que su textura recuerda a la de las castañas tostadas y consiste en una suavidad cerosa con un rebote masticable.

Hoja de ginkgo

Los árboles de Ginkgo (Ginkgo biloba) producen algo que ciertamente parece una fruta, pero estos árboles son en realidad gimnospermas. Las gimnospermas producen “semillas desnudas”, sin ovario. Esto contrasta con las angiospermas, que producen semillas dentro de un fruto (como las manzanas, las cerezas y muchos otros ejemplos). Las coníferas, como los pinos, los abetos y los enebros, son algunos de los ejemplos más conocidos de gimnospermas, pero los ginkgos también pertenecen al grupo de las gimnospermas. Pero no son coníferas.

Las estructuras fructíferas que vemos colgando de las hembras de ginkgo son en realidad semillas, con tres capas de cubierta o testa. La sarcotesta externa es carnosa o pulposa, y es famosa por su mal olor. Al madurar, el color cambia de un atractivo verde claro a un amarillo anaranjado. Si se retira la sarcotesta, podemos ver la esclerotesta, una capa intermedia dura de color blanco o tostado/blanco con dos o tres crestas o bordes. Si se rompe, aparece la endotesta, fina y membranosa.

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Historia y cultivo del ginkgo

El ginkgo tiene una historia interesante. Los restos fósiles demuestran que crecían cuando los dinosaurios vagaban por la Tierra. Charles Darwin los bautizó como “fósiles vivientes”. Curiosamente, recientemente se ha descubierto en China un árbol de Ginkgo Biloba de 3.000 años de antigüedad. En la actualidad, el Gingko sólo sobrevive en cultivo. Originario de China, fue introducido en el Nuevo Mundo en 1784 por William Hamilton en su jardín cercano a Filadelfia. Los ginkgos toleran suelos difíciles y la contaminación atmosférica, lo que los hace populares como árboles ornamentales de sombra para las calles de las ciudades, y por tanto, una fuente única de alimentos comestibles urbanos.

La hembra del Ginkgo da unos frutos conocidos por su odioso olor, parecido al de la mantequilla rancia cuando la pulpa se deteriora en el suelo. La parte carnosa de la semilla, una vez retirada, deja al descubierto la nuez, que está protegida por una piel marrón y fina como el papel, al igual que el cacahuete. Si se retira esta capa, la semilla puede comerse cruda (en pequeñas cantidades) o cocinarse (en grandes cantidades) asándola al fuego o hirviéndola y utilizándola en sopas o papillas. El proceso de calentamiento elimina las sustancias químicas nocivas, lo que la hace segura y sabrosa.

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